martes, 6 de septiembre de 2011

Sombras en la oscuridad


Sombras En La Oscuridad


Era como un oscuro y frio manto, un abrazo lejano y para nada confortante; era el propio vacio que había decidido ser tú acompañante la noche de hoy. La suavidad de tus sábanas y el cansancio no eran suficientes para hacerte sucumbir ante los brazos de morfeo; aun no estabas lista para cerrar tus ojos y entregarte a la tranquilidad de un sueño reparador.

Estabas atada a la realidad del mundo, una realidad que pretendías olvidar en las noches, cuando tu cabeza rozaba la almohada y con un suspiro encontrabas tranquilidad. Pero hoy sería una noche completamente diferente, hoy la soledad no tenía planeado complacerte, hoy estabas destinada a ahogarte entre los más profundos y oscuros miedos, esos que intentabas olvidar cada vez que el sol se escondía.

Arrugas el ceño con expresión molesta, más aun así mantienes tus ojos cerrados. Dar vueltas en la cama no era lo tuyo, normalmente siempre llegabas, te duchabas, te preparabas una rápida cena y pronto te ibas a la cama hasta el día siguiente, en donde todo volvía a ser igual como siempre. A pesar de que desde pequeña la odiabas, la cotidianidad se había aferrado a ti como barco encallado.

No era normal en ti el no poder encontrar el sueño rápido, apenas te diste cuenta de ese pequeño detalle supiste que algo andaba mal. Aprietas los labios intentando calmarte, no eras de las mujeres que se alteraban, más bien respirabas y esperabas que todo pasara; el problema era que precisamente nada pasaba.

Abres los ojos rápidamente y logras ver lo raso de tu techo; una pregunta vaga pasa por tu mente: ¿Por qué nunca te has dedicado a pintar ese techo blanco si siempre has considerado que es de locos tener todo blanco? Te ríes de ti misma, pues no entiendes como es que justamente ahora llegan preguntas tan absurdas a tu mente, como si no tuvieses más nada en que pensar. Aunque, ¿realmente tenías algo en qué pensar? No.

Quedas en blanco durante varios segundos cuando de repente la realidad del día a día vuelve a caer sobre tu cabeza. Sientes el asfixio de no hacer nada y todo se torna borroso para ti, tus miedos han vuelto y esta vez han decidido atacarte desprevenidamente.

Sudas frío, como si tuvieses fiebre, pero la verdad era que somatizabas tus pensamientos, no querías dejarlos salir, temías que si los aceptabas la realidad podría volverse más insoportable de lo que de por sí ya era. Pero ellos insistían, como cazadores al acecho esperaban que tú estuvieses indefensa para atacar, el momento era ahora o nunca.

Tus ojos se dirigen hacía tu mesita de noche, en ella solamente hay una moderna lámpara de burbujas y una foto en un hermoso marco marrón. Sonríes, pero ésta se hace lejana al ver a los protagonistas de la foto, una hermosa pareja tomada de la mano, dándose lo que parecía ser un beso de bienvenida.

Tragas amargamente el momento de aquella foto y es cuando recuerdas que estás caminando sobre cristales y que tu peso podría quebrarlo. Tus miedos han cobrado vida en el momento menos indicado.

El calor vuelve de manera abrazante, sigues sudando y sientes como las sabanas se pegan a tu cuerpo, ya no estás cómoda. Quieres correr, escaparte, salir de ese cuarto que al parecer cada parte de quería atormentarte; pero no puedes moverte, unas cuerdas invisibles te han atado a esa cama. Era hora de que afrontaras tus miedos, quisieras o no.

Ves una vez más aquella foto, el fracaso cae en tu estómago como primer golpe. Te duele, te hiere, pero te haces la valiente y continúas como si nada. Un nuevo golpe atenta contra ti, un amor perdido; esta vez el golpe es más doloroso que el primero y va aumentando con el pasar del tiempo. Ahogas un gemido cuando un tercer golpe termina por derribarte y comienzas a llorar, un futuro incierto.

Tus miedos han salido a la luz de la manera más cruel que hayas podido esperar. Lo más bonito se ha convertido en algo insoportable para ti. Sientes como lo salado de tus lágrimas viajan por tus labios y descienden por tu cuello, no haces nada para detenerlas pues están ahí con el propósito de hacerte sanar, o al menos eso intentas hacerte creer.

Los minutos pasan lentamente, mientras que en tu mente los miedos que has tenido y que tendrás durante toda tu vida, se van convirtiendo en monstruos que amenazan con robarte las sonrisas del mañana. Pero eres valiente y sabes que detrás de toda esa oscuridad, siempre hay un brillo de luz. Recuerdas lo rico que es soñar y despertarse con la esperanza de que el mañana será mejor que el ayer.

Tus miedos se achican pero una parte de ti, esa parte oscura y negativa, los alimenta. El dolor va cesando y tus lágrimas se van menguando. El sufrimiento poco a poco llega a su fin por el día de hoy, pero sabes que cuando menos te lo imagines, tendrás un nuevo ataque y éste podría ser peor que los anteriores.

Suspiras resignada y limpias el rastro de tus lágrimas. Apartas las sábanas de tu cuerpo dejando así ver lo esbelta y hermosa que eres. Ya no hay sudor, dolor, frío o calor, ya nada queda. Solo el vacío, ese que desde un principio fue designado para ser tu acompañante. Cierras los ojos una vez más, implorándole a morfeo que te lleve con el y que te regale algo de su tranquilidad.

En el fondo sabes que tarde o temprano aquel gran dios se apiadará de ti, como también, muy en el fondo sabes que hagas lo que hagas tus miedos siempre van a estar ahí, multiplicándose, creciéndose, asechándote como lo que eran, sobras de una gran oscuridad que atentaba con cubrirte sino lograbas en algún momento aceptar la realidad.

La pregunta era: ¿Estabas preparada para la realidad de la vida o te dejarías consumir por las sombras de la noche?

Nada mejor que dormir entre dudas y esperanzas, era así el sueño de los niños que luego de ver a monstruos en el closet los padres acudían a contarles un cuento para distraerlos. Esa definitivamente eras tú, una niña inocente que esperaba que su padre corriera a su cuarto a encender la luz y contarle una historia luego de descubrir lo nefasto que podía ser el mundo... Lástima que aun luego de varios años siguieras esperando por ese momento y peor aún, que tengas esperanza de ello, cuando la realidad es que quizás ese día nunca llegase a pasar.

______________________________________________________________

La verdad no tengo explicaciones para este escrito, es el último que he hecho y es dedicado obviamente para una persona muy ligada a mi vida, posiblemente jamás lea esto pero lo quería compartir. Espero que de verdad el próximo no sea tan melancólico como este ._.