miércoles, 20 de abril de 2011

"Más que un final feliz"


Más que un final feliz – DM&HG

Estaba escrito, era el destino quien siempre decidía, y aunque les tocó comprenderlo de la peor manera, a la final su lección fue clara para ambos: No se pueden vivir dos amores iguales.

Un hermoso velo blanco cubría tu rostro, falsa alegría y esperanza estaban plasmadas en cada acción que intentabas hacer. Tus ojos marrones seguían perdidos en ese enorme espejo que reflejaba todo tu cuerpo. Estabas hermosa, radiante, nadie podría negarlo pues cualquier mujer el día de su boda siempre estaba como una princesa, solo que tu príncipe no era el correcto.

Una suave melodía se escuchaba al fondo, era tu sentencia la que se cantaba. La letra de la canción escondía tristeza y ganas de huir. Al igual que tus labios, tus pensamientos se mantenían sellados por respeto, por obligación y deber.

La puerta se abre y por ella se deja entrever un cuerpo musculoso, su flequillo rubio te hizo latir el corazón con rapidez, no pensabas volverlo a ver, al menos no encontrártelo a solas. Inhalaste aire varias veces, intentado vanamente conseguir la calma.

Sus pasos comenzaron y su trayecto final era ir detrás de ti. Te sentiste cazada una vez más, sabías las tácticas del juego, no voltearías. El espejo era tu ventaja y podías ver claramente esos ojos grises mirándote, suplicándote, más ya todo estaba decidido, este sería el último juego, el momento del adiós.

La menta y el chocolate, la combinación mas afrodisiaca y explosiva. Tu cuerpo tembló al sentirlo tan cerca de ti, era como volver a la vida, pues desde que ese vestido blanco se prenso en tu cuerpo, tu corazón y tu vida habían dejado de existir.

Tu mente reaccionó, una parte gritaba que huyeras, un segundo más podría significar la pérdida total de todos tus esfuerzos, sabías que terminarías cediendo ante él. Pero por otro lado, lo que tú querías era obvio, tu mirada lo decía y él lo comprendía. Tus pies no se moverían de ahí, hasta no saber al menos que más te faltaba escuchar decir de sus labios.

Rodeó tu cintura con posesión, instaló su quijada en tu hombro y como molde tu cuello lo acunó. La imagen reflejada en el espejo era como de cuento de hadas, la pareja perfecta, complementos de un puzzle que por cosas de la vida no estaba destinado a unirse.

La utopía era enemigo de todos, pero más de ustedes. Las parejas perfectas no existían, ni el amor eterno, aunque muchos se engañasen en creer lo contrario. Ustedes no eran de esos creyentes, pero ambos sabían que juntos durarían hasta la muerte tal vez, solo que esa planificación era sencillamente imposible.

El odio y el amor podían existir en un mismo corazón, pero siempre dominaba uno más que otro, los dos no podían dominar a la vez. Así eran ellos, polos donde no podía existir una mitad. Negro y blanco, sin escala de grises.

Era como decir que lo dulce nunca sería dulce sin antes probar un poco de lo amargo.

Sus labios emitieron un suspiro, comprendiste que no tenía nada que decir, las cosas estaban habladas desde hacía meses ya. Serías la Sra Weasley aunque en el fondo el Malfoy te quedase mejor. Una sonrisa triste se dibujó en el rostro de ambos y a través del espejo sus ojos se encontraron.

El silencio nunca quería ser quien guardase tanto que decir. Sus ojos tenían tantas historias por contar y cada una de sus almas esperaría paciente para que en otra vida se pudieran encontrar y conversar.

Era un final triste para quien conociera la verdad. Un amor verdadero que no sobrevive a las reglas de un medio social. Un amor verdadero que tiene tanto por lo cual luchar pero sin armas para ganar. Miles de comparaciones pero solo ellos sabían cual se acercaba más a su historia.

Una última caricia, un último abrazo, un beso de despedida. Solo eso les quedaba. Era la vida que habían escogido vivir, por más infeliz que pudiese llegar a ser.

Sus pieles se encontraron una vez más y sus labios murmuraron ese secreto que con tanto esmero ocultaban. Un Te Amo cerró el acuerdo mientras que tus ojos marrones amenazaban con una tempestad. Sus labios calmaron tu miedo y ante todo pronóstico te dieron fuerzas para continuar, un consejo, una promesa y con eso bastaba para que tú siguieras firme ante todo.

Porque a pesar de que toda historia llegase a su fin, los finales de algunas no son más que comienzos de otras.

Su cuerpo se alejó del tuyo, no sin antes depositar en tus manos lo que sería tu equilibrio día a día. Lo viste sonreírte una vez más antes de darse la vuelta y comenzar a marchar. Tu corazón sabía que a partir del momento en que él cruzase la puerta no volvería a ser parte de tu vida.

No había nada que hacer. Amores como este no se podían olvidar pero tampoco debían de continuar. Se guardaban como buenos recuerdos en la mente y en el corazón, se vivía con ellos, se sonreía de vez en cuando, y a la final, el día de la muerte: se suspiraba con el deseo de que en otra vida todo fuese diferente.

La puerta se cerró tras de ti dándole fin a su historia. Acomodas tu velo con esmero y vuelves a dibujar una sonrisa falsa en tu rostro. El mundo jamás se enteraría que Hermione Granger moriría de amor por Draco Malfoy y que ese sentimiento era algo reciproco; así como ellos dos jamás se enteraría que quizás más adelante, el mundo conspiraría para que volviesen a estar juntos y esta vez para siempre.

Aunque claro, las cosas para siempre no existen. Pero al menos, valen la pena intentar hacerlas eternas, aunque suena algo contradictorio, es la meta de muchos.

Caminas hacia el altar con la frente en alto, sintiéndote observada por millones de ojos. Sonríes con naturaleza para todos, eres la artista de una obra de teatro que amenazaba con perseguirte toda la vida. Pero en tus manos estaba la balsa para todas tus tormentas. La aprietas con fuerza repitiendo mentalmente lo que estaba escrito en ella.

Somos más que un final feliz; pues yo no te olvidaré jamás mi amor y ni tú me olvidarás a mí.

Sus ojos grises te miraron desde lejos. Sus finos labios volvieron a sonreír al imaginarte en otra vida vestida así para él. Apretó con fuerza el acelerador y pronto emprendió la marcha, dejandote en las buenas manos de quien fue hace algún tiempo su peor enemigo, y ahora no era más que un aliado en donde dejaba la vida de la mujer que amaba, confiando que hasta que la vida los volviese a encontrar, él hiciese muy bien su trabajo.

Estaba escrito, el destino había jugado sus piezas. No estaban destinado a estar juntos, pero si estaban destinados a pertenecerse el uno al otro, porque amores como el de ellos renacían con el pasar del tiempo.