domingo, 15 de agosto de 2010

Another Life - DM&HG

Another Life – DM&HG

Si crees que la muerte es el final de todo, déjame decirte que no hay mejor vida que la que tenemos luego de haber muerto.

No morimos cuando dejamos un cuerpo.
Morimos cuando dejamos de existir en la mente de alguien.
Y ciertamente él jamás ha muerto para ella.


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Hola (?) Si bien, están en todo su derecho de matarme si les da la gana, por ser tan perversamente mala y dejarlas con este suspenso xD pero acá les presento mi próximo ff. Espero en verdad tener todo el apoyo de ustedes, ya he empezado a desarrollar la idea y llevo varios capítulos pero tengo varías dudas así que en unos días cuando haya adelantado más las dejaré por acá para ver que opinan.

Besos a todas y en verdad espero que les guste eh *.*

martes, 10 de agosto de 2010

Pain - One Shot

Pain – One Shot - PP



               
      La puerta se cierra tras de ti con violencia, te importa muy poco si despertaste a alguien, estás tan enojada que los demás te valen poco.

Te quitas la ropa con amargura y la tiras sin saber el lugar donde caerá, ya alguien mañana se encargará de recogerla. Tu cuerpo desnudo queda al total descubierto, la perfección invade cada poro de tu piel, eres como una muñeca delineada, con curvas perfectas y atributos adecuados, pero lo más importante es tu rostro pincelado con inocencia y a la vez con chispas de picardía.

Tu mirada se pierde en ese reflejo que observas en el espejo, para ti no eres más que una muñeca de trapo que todos usan y desusan a su antojo. Admiras tu cuerpo, sabes que eres bella, pero ¿de que te ha servido todo eso? No haces otra cosa más que usarlo para placeres carnales y cosas banales.

Te preguntas si acaso alguna vez alguien te querrá y valorará por lo que en verdad eres, pero ¿acaso tú sabes en verdad lo que eres? ¿Quién es Pansy Parkinson? ¿Tú quién eres en realidad? La muñeca de todos, la niña mimada, la reina de las serpientes, la que todos imitan pero nadie conoce en realidad. No eres nada, no eres nadie.

Bajas la mirada, estás herida, te duele demasiado darte cuenta de que día a día eres más inútil, sólo eres algo físico, existes porque respiras, no porque disfrutas de la vida.

Tus manos se empuñan, tanta rabia contenida, tantos deseos frustrados. Incrustas tus uñas en la palma de tus manos hasta sentir unas cuantas gotas deslizarse por tu piel, sientes algo de alivio pero eso no es suficiente, nunca lo es.

Caminas con elegancia hasta tu peinadora, tus manos tiemblan mientras tomas esa arma que curará tus dolores. Una vez más te inspiras en el pensamiento de no querer sentir, no quieres seguir derramando lágrimas por cosas que por más que intentes nunca cambiaran.

Te olvidas de las excusas pues saben que ellas solo existen para los idiotas que intentan enmendar sus errores, ¡já! cómo si eso en verdad fuese posible.

Caminas alrededor de tu cama y te ubicas justo al frente, tu cuerpo se deja caer libremente contra el frio piso. Tu expresión se relaja un poco al saber que pronto todo se calmará aunque sea por unos segundos. Apoyas tu espalda contra la cama y fijas tú mirada oscura en tu mano derecha justo donde ese metal frío brilla para ti.

Suspiras a la par que tomas con más dureza la hojilla, extiendes tu otro brazo y haces un corte superficial, pero lo suficiente profundo para que varias gotas de sangre ensucien tu hermosa piel.

Una risa sarcástica sale de tus labios. Por más gotas que de llanto o de sangre que derrames, eso no te bastará pues podrás aliviar el dolor pero jamás la sensación de estar muriéndote por dentro. Sabes que haces mal, pero estás en un punto en donde ya no puedes parar, es la anestesia a tus males.

Un nuevo corte, una cuantas gotas más, una futura cicatriz. Un círculo vicioso del cual por ahora no podrás salir.

Algo abatida comienzas a llorar, no porque te duela, no, es porque recuerdas que recurres a tan bajos medios porque ya hasta sientes asco de ti misma. Todos te admiran, todos te siguen, eres tan perfecta pero tan vacía.

Eres tan cobarde para acabar con tu vida y tan cobarde para hacer algo por ti misma. Solo sabes adular y conquistar.

Un cuerpo perfecto, una cara bonita. Pocas palabras, mucho dinero. Pansy Parkinson no es más que lo que el mundo quiere que sea, una mujer superficial. ¿Pero quién eres tú? Como ser humano, como persona, como todo. ¿Quién eres? Te lo has preguntado tantas veces que te frustra el no tener respuesta.

Ahogas un grito de frustración y una nueva cortada aparece en tu brazo. Tiras la hojilla a alguna parte de la cama, te levantas con furia y empiezas a patear y a tirar al suelo todo lo que pase delante de ti.

Tus gritos podrían erizar la piel de cualquiera, pero sabes que aunque los oigan nadie se levantará a ver que te pasa.

Tu rostro antes hermoso ahora estaba todo maltratado y tu maquillaje estaba corriendo. Eras la perfecta actriz dramática de esta obra de teatro, esta obra de dolor que no se basa más que en tu miserable vida.

Te desahogas como puedes, rompes las fotos de esas personas que dicen ser tus amistades y no son más unos falsos. Terminas con todo lo que está en tu peinadora, el suelo no es más que restos de fotografías, pedazos de vidrios y ropa.

Caes de rodilla, te lastimas un poco ese dolor es mínimo con lo que sientes en tu interior. El dolor físico jamás se comparará con el que has cargado durante toda tu vida. Un dolor que por más que intentes escapar de él siempre vuelve, te arrincona, te mata y te vuelve a la vida.

Es algo que ni en tus peores pesadillas sentirás porque lastimosamente es parte de tu realidad.

Respiras algo entre cortado por todo lo que ha pasado. No sabes cuánto tiempo ha transcurrido pero calculas que es tarde o quizás temprano. Giras tu rostro para contemplar cómo algunos rayos de sol se escapan por tu ventana, no son lo suficiente fuerte como para molestarte, pero la claridad ya se hace presente apaciguando toda esa tormenta que invade tu cuarto.

Te levantas con resignación. La careta vuelve a tu rostro, forma parte de la actuación. Retiras el flequillo que impide admirar tu belleza que aunque ahorita esté marchita sigue allí. Caminas por entre los vidrios tomando tu varita y una toalla.

Le das la espalda a todo ese desastre y te preparas para vivir este nuevo día, la típica rutina. Ya alguien se encargará de acomodar todo ese desorden y nuevamente harán… como si nada hubiese pasado.

Somos títeres de nuestras mentiras y verdades.
Y digamos lo que digamos solo nosotros mismos somos capaces de detener el sufrimiento.
Aunque no siempre tomemos los mejores medios.


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Tan grave no estoy, pero tenía que desahogarme ._.
No está beteado. Sorry for that.