"Divino Pecado" - One Shot - Slash (DM&HP)
Hoy jugaremos un juego, tú serás mi presa y yo tu depredador.
No importa quién sea el ganador.
Igual ambos pecaremos.
Pecamos y pecamos y volvemos a pecar.
Si mi pecado es comerte, pues que bienvenido sea el infierno.
- Shhh, nos pueden descubrir. Haz silencio - sus ojos grises brillaron con el reflejo de la luna, giro a ver a su compañero y vio como este sonreía con timidez y complicidad. Las manos del moreno frente a él descendieron por su abdomen tocando todo el cuerpo del rubio por sobre su camisa.
- ¿A que le temes? - Soltó su compañero mientras que con un rápido movimiento se deshizo de la capa del blondo.
Este solo se limitó a sonreír. Se separó un poco de su compañero y asomó su rostro por el desierto pasillo, verificando que ningún alumno anduviese husmeando a esas horas; satisfecho al ver que no había ni un alma cerca de ellos, giró su rostro hacía el moreno y lo apegó con fuerza a la pared
- A nada Potter, es solo que no me gusta que me interrumpan cuando me divierto - susurró con exquisita malicia.
Sus labios estaban a escasos centímetros de los labios del moreno, podía sentir como aquel contacto entre sus alientos provocaba un escalofrió en su piel, le encantaba ese exquisito aroma que se formaba cuando su aliento mentolado rozaba con el salvaje olor a vainilla del moreno. Sus vellos se erizaron al sentir que el contacto fue reducido, unos suaves y carnosos labios se unieron con los suyos, el beso empezó con suavidad, ambos estaban un poco nerviosos, pasaba cada vez que se besaban, es como si sus cuerpos se tomaran el tiempo de reconocerse. Esta vez fue Harry quien intensificó el beso abriéndose paso en la boca el rubio, jugando con su lengua. Una batalla estaba a punto de empezar y no habría perdedor alguno.
Pecamos porque queremos.
Pecamos porque nos encanta el placer.
Pecamos porque somos pecadores.
Amamos pecar.
Draco pegó más su cuerpo al moreno. El espació entre ellos ya eran casi inexistente, el calor comenzó a molestarles, el rubio llevó su mano hasta la capa de su acompañante y la halo con facilidad, a los poco segundos ambas capas estaban en el piso, las manos de ambos estaban inquietas, tocando todo lo que a su paso encontraran, Harry trataba de quitar la molesta corbata del rubio pues esta le impedía besar su cuello, algo que tenía que recalcar, era lo que más le gustaba hacer.
Mientras tanto Draco se encargaba de morder con vehemencia el lóbulo de una de las orejas de Harry, sus manos ya se había deshecho de la mayoría de los botones de la camisa de éste, sin más tiempo que perder terminó por arrancarla, Harry se detuvo en seco y sonrío de medio lado.
- ¿Piensas acabar con todo mi guardaropas? - Las palabras salieron solas, esta ya era la tercera vez que Draco acababa rompiendo una camisa suya.
- Si quieres puedo comprarte una tienda entera, o darte una de las mías - el rubio sonrío con prepotencia, algo que a Harry le volvía loco, el tan solo hecho de que el Slytherin intentara dominarlo y hacerle parecer alguien inferior, le excitaba. De sobre manera, lo hacía.
- Siempre con tu altanería adelante - murmuró convencido y siguió su trabajo
La corbata realmente le estaba dando mucha batalla, estaba en desventaja. El rubio ya había logrado quitarle la mayor parte de su ropa, su torso se encontraba al completo desnudo, podría haber percibido el viento helado correr por su cuerpo, pero en vez de ello se centraba en las placenteras caricias y besos que se encargaba de esparcir su compañero por lugares sugerentes. Lo desconcentraba por completo. Bufó. Bufó con molestia al verse enfrascado en esa torrente de sensaciones. De un dos por tres, sin retenerse, arranco la corbata del cuello del rubio, sin hacerle daño, claro. Draco lo miró sorprendido, enarcando una ceja como común gesto recurrente.
- ¿Acaso pensabas que a ti era el único que le gustaba el salvajismo? - Preguntó con suspicacia - Pues no.
Draco se tomó unos segundos para reír ante este comentario, lo que causó que Harry se sonrojara porque la verdad solía ser más que obvia: él no solía hacer ese tipo de comentarios. Respecto a ambos, Harry llegaba a ser el más 'tímido', el que más sentaba la cabeza respecto a algunos asuntos, mientras que Draco llegaba a ser siempre extrovertido, sonsacador, siempre tentándolo y buscándolo (no es que eso le desagradara. Les fascinaba incluso) como un pequeño juego que siempre se iniciaba. Él era la presa y Draco el depredador.
Harry despertó del trance provocado por sus pensamientos cuando sintió la mano de Draco rozar (casualmente) su intimidad por encima del pantalón. Con cuidado perceptible, sin aquella vergüenza caracterizada. Sus ojos se dilataron mirando al rubio con éxtasis. Ese pequeño gesto hacía que deseara cada vez más y más por envolver, enredar, apretar, su cuerpo más contra él ¿Pero dónde?, Si ni una aguja podría ocupar entre ellos. El blondo, sin dudarlo, le devolvió la sonrisa al instante.
Sabía que al moreno le incomodaba el lugar donde estaban, siempre era muy cuidadoso cuando ocurría 'eso' (explíquese: cuando se enredaban, hablando coloquialmente). Trataban de no encontrarse en lugares públicos y siempre pasada de ciertas horas. Pero ese día fue diferente. Draco había llevado toda la tarde anhelando la noche, tenía ganas de sentir el cuerpo ardiente y sudoroso de Harry una vez más temblar para él. Solo eso. Sus instintos 'depredadores' ansiaban ya estar junto a él. Y así fue entonces que cuando apenas empezó su ronda de prefectos, Harry cruzó por su camino sin siquiera proponérselo, pues se suponía que se verían luego de las rondas, pero al parecer el destino entendía la necesidad de ambos y puso todo a su favor.
Y ahí estaban los dos sumidos en una oleada de caricias, sin querer detenerse, en un fuego intenso que los quemaban, la lujuria y el deseo se marcaban en cada beso en que se fundían, los gemidos leves pronto comenzarían a salir aún más a flote. La batalla esperada había empezado.
El Gryffindor por fin se había deshecho de la camisa del rubio, seguramente se hallaría hecho un trapo por los suelos; ahora comenzaba a esparcir besos y mordiscos por toda la blanquecina piel que sus ojos esmeralda captaban mientras que Malfoy había comenzado unas suaves caricias por sobre, y entre, la ropa del moreno. Sintió, con satisfacción, como el miembro de su acompañante empezó a ascender al momento en que sus caricias se intensificaron.
Con poca abstención, sacó su mano de los pantalones de este y con un rápido movimiento se deshizo de estos dejando a la vista solamente el bóxer negro, pero ¡Oh Merlín!, este no era el único color que se veía sobre la tela de un necesitado morocho, el verde era otra justificación en ese momento, por el cual deseaba arrancar esa prenda de buenas a primeras; sabía que él lo había hecho a propósito, estaba seguro que Harry utilizaría las armas de seducción más inesperadas. Sin pensarlo dos veces, volvió rozarlo sobre encima de la tela, para luego aprisionarlo entre sus dedos, con suma lentitud para llegar a hacerle proferir un sonido gutural, torturándolo.
El rubio tocaba el miembro de Harry de una manera única y placentera, tan magistral. Sus movimientos eran ascendentes y descendentes, su ritmo era un poco acelerado a partir del primer tacto (aún más intimo) pero concordaba con el estado de excitación de ambos. Potter no quiso perder tiempo y dejó de morder el hombro del rubio, en compensación de todo lo que provocaba el Slytherin en él, y lo despojó, como pudo, de su ropa, sin tratar de interrumpir mucho la labor de este. De por sí, él no querría que parase nunca.
Ambos se encontraban, ahora, desnudos. La frialdad de la noche los arropaban, y el calor y el la excitación de sus cuerpo era un divino colchón sobre el cual sus cuerpos, deseosos más que nunca, se encontraban en la batalla. Harry detuvo las manos de Draco y lo empujó hacia su lado (separándolo más de lo que quería). Lo colocó de espaldas a él pegándolo contra la pared. El blondo sonrío por enésima vez. Esta noche Potter quería ser quien tomara las riendas del asunto. Y pensar qué momento antes, y siempre, era él quien lo rendía y sometía como quisiese.
El moreno tomó con firmeza las caderas del rubio, sientiendo el leve templor del cuerpo del blondo al tacto de su piel contra sus manos frías. Varoniles. Su vello se erizó por completo. Sus ojos se cerraron, esperando con ansias aquel choque entre cuerpos. Este ni se hizo esperar, no, ya no aguantaba seguir sintiendo sus caricias cuando podía tenerlo completamente a él y no solo una parte de su cuerpo. Harry se adentró en el cuerpo de su acompañante, nuevamente aquel sonido gutural, que le instaba a seguir, se hizo escuchar por todo el pasillo. Lo excitaba de sobre manera, porque era él quien había arrancado ese hermoso ruido de una sola. Era su primera vez en este papel y realmente quería hacerlo bien.
Los movimientos empezaron. La danza se hizo rápida. Sus cuerpos perlados chocaban el uno contra el otro, adentrándose aún más en cada segundo. Las manos algo inexpertas de Harry seguían posadas en la cintura del blondo, mientras que las manos de este se encontraban apoyadas en la pared, sus labios se prensaron al igual que su cuerpo cuando los movimientos ascendieron de ritmo, el calor los empezó a consumir y aquel frío que los había abrigado (mucho antes) ahora era reemplazado por un fuego infernal que comenzaba a devorarlos, las llamas empezaron a crecer en el interior de ambos haciendo que el pasillo y todo a su alrededor se desvaneciera, solo eran ellos dos, Cazador y Presa, León y Serpiente. Batalla cuerpo a cuerpo, alma a alma. El silenció se había opacado hace minutos, los gemidos cada vez eran más fuertes, y ya no eran las manos de Harry las que apretaban el cuerpo de Draco, sino sus uñas que rasgaban sin piedad esa pálida piel delante de él.
¿Alguien recuerda los pecados capitales?
Avaricia, Ira, Lujuria, Envidia, Gula, Pereza, Soberbia.
Gula, Lujuria. Una buena combinación de sexo y pasión.
Si nos vamos al plano carnal, todos pecamos de Gula. Pecamos de un deseo insaciable por probar otro cuerpo, por beber y comer de este.
Ahora si hablamos de satisfacción, todos sufrimos de deseos descontrolados por el cuerpo de otra de persona.
No lo podemos negar. Al cuerpo hay que darle lo que pide. Lo que necesita. Y si por pecadores vamos al infierno tengan la seguridad que tendremos un máster de estos dos vicios. O al menos Draco y Harry los tendrán.
1, 2, 3, 4, 5, 6.
Muchas embestidas más, sus cuerpos llenos de sudor temblaban entre sí, sus manos trataban de sostenerse y te apegarse aun más -como si eso fuera posible- el calor logró expandirse por ambos cuerpos, la lujuria ya había hecho presencia, intensificando la necesidad de placer de ambos cuerpos, el clímax estaba a punto de llegar y con él el fin del juego por ahora. Harry presionó con más fuerza su miembro, sus movimientos eran muy acelerados, casi imperceptibles, no se podía distinguir cuando era la piel de Draco y cuál era la de él, estaban completamente unidos.
Unos pasos secos se comenzaron a escuchar a lo lejano, pero ninguno de los dos se percató de eso, sus respiraciones agitadas se mezclaban con el sonido exaltado de sus corazones y los constantes gemidos que sus bocas bridaban, todo en sí era una estupenda melodía. Draco se apegó a la pared y llevó las manos al trasero de Harry, haciendo que este entrará más en él, su miembro se sintió presionado, rozando con algo, nuevamente varios gemidos se escucharon de la boca de ambos.
Draco pudo notar como Harry estaba a punto de llegar, su cuerpo se estremeció al pensar que sentiría por primera vez al moreno llegar y explotar de placer dentro de él, una sonrisa surco su rostro sudoroso, sus ojos brillando con deseo, y desespero, deseaba sentir ese liquido caliente recorrer dentro de él, deseaba que ambos explotaran de deseos, que Harry hiciera lo que le vinieran en gana, que por primera vez lo dominarán, esa noche quería ser sometido a las mil y un cosas que la mente pervertida de Harry quisieran, esa noche se dejaría penetrar tantas veces como el cuerpo de su amante le exigiera, esa noche él era la presa y su Harry el depredador, y pensar que probablemente tenía hasta el amanecer para que ese juego se culminara, pues mañana sería sábado y no tenían nada importante que hacer, solo darle descansos a sus cuerpo, pero ya tendría tiempo para pensar en eso, ahora se concentraría en sentir por completo el placer que cierto moreno le brindaba, estaba a punto de gemir nuevamente y entregarse por completado al placer cuando escuchó algo que lo saco de su mundo.
- ¿Draco eres tú?
Y fueron aquellas palabras las que él empezó a odiar, aún más a quien las había dicho.
"Maldición" El rubio se maldijo por dentro. La voz chillona se hizo escuchar por todo el largo del pasillo. Ambos cuerpos dejaron de moverse, Harry con rapidez salió dentro del rubio y luego este se giró, con molestia, para ver a su acompañante
- Tengo que irme - le dijo el Slytherin sin muchas ganas, su mirada aun brillando de deseo pero sus labios estaban curveados en una expresión de molestia. El moreno entendió y simplemente asintió.
- ¿Draki, mi amor, juro que te escuché, por donde andas? - la voz de Pansy cada vez se escuchaba más cerca a ellos. La verdad era que no estaban asustados, si les daba la gana le lanzaban un hechizo petrificador y luego un Obliviate, pero no, seguramente no solo era ella la que lo buscaba, pues la maldita hora de rondas seguro ni había terminado.
Harry sabía que era todo eso que pensaba el rubio, con penumbra sonrió y comenzó a recoger toda su ropa, el rubio lo imitó sin decir nada. Al cabo de unos segundos los dos estaban vestidos nuevamente, la tensión en el ambiente era cortante, ambos querían seguir con su juego, pero la molesta, si es que solo podía ser eso, de Parkinson pronto haría presencia.
- Yo… - Potter intentó decir algo pero el rubio lo acalló con un rápido beso de labios, el moreno sintió sus mejillas arder nuevamente y es que el calor y la excitación de lo antes vivido aún estaban en él.
"Buenas noches León" Draco sonrió y miro al moreno.
"Buenas noches deliciosa presa" Harry asintió.
No necesitaban palabras para darse a entender que mañana sería otro día mejor que ese, juraban que si, y que se asegurarían de no tener a la molesta de Pansy interrumpiéndolos.
Draco se giró y comenzó a caminar con tranquilidad hacía donde sabía que Pansy lo buscaría. Harry vio como este se alejaba por el largo pasillo, lo siguió con su mirada hasta que el rubio dobló en una esquina y se perdió de vista. Una vez más se había quedado solo. Suspiró con pesadez mientras trababa de alejar aquel deseo y aquel calor que estaba instalado y se negaba a salir de su cuerpo.
"Necesito una ducha fría" Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y comenzó a caminar hacía su sala común, perdiéndose de vista. Aquel pasillo quedó solo nuevamente, el frío volvió a pegar contra las paredes, el silenció reino y la oscuridad cubrió por completo el lugar.
Sin intentos fallidos, mañana volverían a encontrarse una vez más y otra vez el juego del "gato y el ratón" comenzaría.